Miel acababa de despertarse en su día,
tan viva, tan llena de luz cual poesía,
a la espera de unas notas en armonía,
de inusitada acústica que curtía
un corazón de entrañable cercanía,
esperando un reflejo en una pared sombría.
Miel andaba entre extraños vientos,
del siroco, de la tramontana, de bellos movimientos
encendidos por un árbol de exuberante talento,
susurraba en su oído cual afable lamento.
Miel descubría en sus notas un arco desgarrado
que en su lucha con las cuerdas se veía reflejado
en extrañas melodías de ese violín empoderado
que se acercaba a la vida como un colibrí enamorado.
Miel acababa de despertarse en su día,
un poema, una canción, una melodía,
atravesaba su ventana como un alma escondida,
tocaba su corazón y a la vez se dormía
© Pach2022
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